La evaluación de la calidad.
Equilibrio o armonía. En los vinos, implica un conjunto de proporciones de la fruta y el azúcar por un lado, y el ácido y los taninos, por otro. A la hora de valorar el vino, nos preguntaremos: ¿cómo se logra el equilibrio total?, ¿cómo de bien equilibrado está este vino?, ¿se encuentran bien integrados sus componentes?.
Concentración de sabores y estructura de los componentes. Un vino con caracteres poco definidos, débil , rara vez es sinónimo de un vino de buena calidad. No obstante, una alta concentración sus componentes, no significa necesariamente mayor calidad. Al evaluar un vino de intensos sabores, deberemos pensar también si es un vino equilibrado.
Intensidad. Un concepto referido a la duración de las sensaciones agradables y su persistencia una vez que el vino ha sido ingerido o escupido. En general, los vinos concentrados y potentes, tienen un largo y placentero final. Para evaluar la concentración e intensidad, preguntaremos: ¿cuáles son los niveles de sus componentes (acidez, taninos, sabor, azúcar)?, ¿cuánto dura la sensación de cada uno de ellos después de escupir o ingerir el vino?.
Complejidad y expresividad de sabores o aromas, características deseables en un vino. La complejidad puede derivarse sólo del carácter frutal, o bien de la combinación de características secundarias y terciarias. Las preguntas podría ser: ¿qué grupo de aromas o sabores están presente en este vino? ¿qué elementos de este vino son típicos de la variedad de uva o región? ¿existe algún elemento atípico de esta uva o región?.
Envejecimiento. A menudo se emplea como evidencia de calidad. Un vino para envejecer bien, necesita tener ciertos niveles de sus componentes estructurales, como el ácido y los taninos, para garantizar su durabilidad. También, necesitará un determinado potencial de sabores, para generar aromas interesantes y atractivos a medida que el vino envejece.
Nivel de calidad. Defectuoso, se considera a vino no apto para su consumo por el desarrollo de posibles defectos. Pobre, la falta de equilibrio, pequeños defectos, la carencia de sabores dominantes, hacen que sea desagradable. Aceptable, es un vino poco equilibrado, de gusto débil, sin carácter que exprese la variedad de uva o región, pero bebible. Bueno, cuando muestra algunos elementos de complejidad, concentración y elegancia. Muy bueno, cuya expresión revela claramente la variedad de uva y el origen. Excelente, es aquel libre de críticas, representando el estilo típico, elegantemente equilibrado y bien diseñado.
Nivel de estado para el consumo / potencial de envejecimiento. Partiremos de la base, de como un vino se beneficia del envejecimiento. Demasiado joven, si pensamos que el vino será mucho mejor en unos años, esta sería su clasificación. Se puede beber ahora, pero tiene potencial para el envejecimiento, si el vino presenta una estructura firme de ácidos o taninos y tiene una alta concentración de sabores, el envejecimiento podría beneficiarle. Beber ahora: no adecuado para el envejecimiento o para un mayor envejecimiento, porque presenta una acidez y taninos ligeros, siendo un vino especialmente frutoso. Demasiado viejo, cuando el vino catado estuvo mucho mejor en el pasado y es una pérdida de tiempo mantenerlo.
El vino en contexto.
Identidad. Para identificar un vino correctamente, necesitaremos habilidad, conocimientos y suerte. Nos ayudará el cuestionarnos sobre su nivel de calidad y estado, la región de origen analizando sus peculiaridades y el tipo de vino que esperamos como resultado. Las variedades de uva y sus características, pudiendo clarificarlas según su intensidad aromática.
Categoría de precio. Teniendo en cuenta la calidad e identidad del vino, trataremos de determinar con nuestros conocimientos, en que categoría de precio podría venderse ese vino.