El tastevin es un utensilio metálico o de vidrio que sirve para colocar una muestra de vino extraída de la piquera de una barrica, para luego ser degustada o catada.
Se cree que este instrumento tuvo su origen hace más de 250 años en Borgoña, Francia.
En el siglo XVII fue el auge del tastevin, este era utilizado en las familias nobles como equipamiento de las bodegas y como objeto decorativo en los comedores. Ya para el siglo XIX estos catavinos constituían un objeto muy preciado entre los viticultores quienes habían perfeccionado su diseño y uso.
Fue desarrollado por los maestros bodegueros, quienes lo crearon para catar los vinos en los oscuros sótanos de las bodegas; el material elegido para su elaboración fue la plata, para reflejar mejor la luz con la ayuda de una vela y así poder comprobar el color, brillo y limpidez del vino.
Tiene forma de copa o taza redonda muy achatada o de tronco de cono truncado. Su interior está jalonado de relieves cóncavos y convexos alternando con espacios planos y su fondo es granulado y en relieve, todo lo que hace que la luz se refracte en varias direcciones, permitiendo apreciar mejor el brillo, el color y la limpidez de los vinos. Posee una pequeña asa donde se introducía parcialmente el dedo índice y un pequeño soporte plano donde se apoyaba el dedo pulgar.
Por lo general está fabricado en estaño, plata, alpaca, peltre u otros metales que no transmiten olores ni sabores y, con ello, se garantiza la inalterabilidad de las características del vino.
Actualmente el Tastevin se ha convertido en el emblema de los sommeliers profesionales, más que en una herramienta, pero su uso en la cata ha disminuido, pues su amplia boca provoca una difusión rápida de los aromas del vino dificultando la correcta apreciación de los mismos. Siendo reemplazado por el catavinos de cristal.