A primera vista puede parecer que un viñedo sólo es un terreno plantado de vides pero en realidad es mucho más que eso. El viñedo es un complejo sistema en el que se combinan las influencias de muchos elementos diferentes. Las plantas tienen una gran dependencia del clima en el que se desarrollan y del terreno en el que se asientan. Cada vez que un viticultor toma una decisión sobre la ubicación de un viñedo debe tener en cuenta como estos dos elementos, clima y suelo, van a afectar a las plantas.
Es importante que tengamos presente que todo lo que nos vamos a encontrar en un viñedo está organizado por la mano del hombre. Tengan la edad, la localización y la disposición que tengan, los viñedos no son producto de la naturaleza sino de la voluntad humana por conseguir uvas para elaborar vino.
Al visitar un viñedo nos encontraremos que las plantas presentan una apariencia muy diferente, en función de la estación del año. Esto se debe a que la vid se encuentra sometida a un ciclo vegetativo, relacionado con la producción de uvas, regulado por el viticultor. Los diferentes sistemas de plantación de la vid, en vaso o espaldera entre otros, sus distintos tipos de poda así como el número de plantas y su distribución en el viñedo se han elegido cuidadosamente. La explotación industrial, la tradición de cada zona vitícola o la filosofía individual de cada viticultor decidirán estas cuestiones así como la más importante de todas, cual de las diferentes variedades de uva se plantará en el viñedo.
El desarrollo de la vid está principalmente condicionado por el clima. En todo el mundo solo las zonas que reúnen determinadas características climáticas pueden tener viñedos. El factor climático individual más importante para la vid es la temperatura pero en su desarrollo también influyen otros elementos meteorológicos como las precipitaciones, el viento, las heladas o el granizo. Para poder realizar la fotosíntesis y dar frutos la vid necesita insolación y por ello los viñedos se plantan habitualmente de manera que reciban la mayor cantidad de luz del sol durante el mayor tiempo posible. Para conseguir este objetivo es habitual plantar el viñedo, sobre todo en zonas con menor insolación, en pendientes con determinada orientación respecto al sol. Estas pendientes presentan otras ventajas como facilitar el drenaje del exceso de agua o reducir el riesgo de heladas, aunque tienen la importante desventaja de la erosión y además en ocasiones dificultan las labores agrícolas.
La vid puede sobrevivir plantada en terrenos que no son aptos para ningún otro tipo de cultivo. Aún así los miles de generaciones de viticultores han aprendido que las características y la estructura física del suelo sobre la que está plantada es muy importante. No existe un suelo ideal para todos los viñedos. El mejor suelo en cada caso dependerá, además de sus características propias, del tipo de clima en la zona o de la variedad plantada, para conseguir el equilibrio que el viñedo necesita. Entre las funciones que cumple el suelo destacan que sirve de asentamiento a la planta y que aporta el agua, los nutrientes y los minerales necesarios para su desarrollo.
El tipo de terreno sobre el que se asienta el viñedo es importante tanto en su superficie visible como en su parte inferior oculta a la vista, conocido como subsuelo. Tanto la superficie como el subsuelo pueden presentar diferentes composiciones que deberán ajustarse a las características del clima y la variedad plantada para un correcto desarrollo del viñedo.
La superficie del suelo, en función de su textura o color, regula aspectos como el calor que recoge del sol y traslada a la vid o la cantidad de agua que permite pasar al subsuelo, además de albergar la vida animal y vegetal del viñedo. En ocasiones nos encontraremos con viñedos que tienen plantadas otras especies vegetales, como cereales o hierba, en la superficie del suelo que queda libre entre vides. Esta cubierta vegetal se utiliza para equilibrar el viñedo de muy diversas maneras, tanto con su presencia como con la posibilidad de transformarla posteriormente en nutriente del subsuelo.
El subsuelo almacena materia orgánica, nutrientes, agua y minerales que la vid capta a través de sus raíces. También es el hábitat de animales y de los importantísimos hongos y bacterias. La composición física del subsuelo es muy importante ya que marcará, entre otras, su capacidad para retener agua y permitirá un mayor o menor desarrollo y profundización de las raíces de la planta para el acceso a los nutrientes y minerales disponibles.
Tanto la superficie como el subsuelo del viñedo se ven alterados constantemente por la mano humana mediante prácticas agrícolas, como el arado, el abonado o el regadío. En ocasiones esta transformación del suelo se realiza incluso antes de plantar el propio viñedo, extrayendo piedras, nivelando el terreno o instalando canales de desagüe y muros de contención.