Según datos históricos, el vino comenzó a producirse por primera vez durante el periodo neolítico, en la región que hoy comprende Irak e Irán, en el 5,400 a.C. Otro dato señala que la primera cava se encuentra en Armenia, y que tiene aproximadamente una antigüedad de 6 mil años.
Se extendió a otras civilizaciones, como la egipcia y la griega, donde solían mezclarlo con agua y conservarlo en pellejos de cabra.
El vino tenía una importancia tan grande en las antiguas civilizaciones, que habían deidades dedicadas a esta bebida, por ejemplo, Baco, el dios romano del vino, o Dionisio en Grecia.
También es de gran renombre en la cultura hebrea, pues en la Biblia es mencionado en diversos pasajes y en acontecimientos importantes. Dos de ellos, por ejemplo, cuando Jesús convierte agua en vino en las bodas de Caná, y cuando celebra la Última Cena.
La viticultura se desarrolló gracias a la expansión del cristianismo en Occidente, debido a que esta bebida es necesaria, hasta la fecha, para la celebración de las misas.
A los monjes se les reconoce como los precursores de la viticultura y vinicultura, crearon sus propios métodos de elaboración y extracción.
Hay que entender una importante diferencia: la viticultura es el conjunto de técnicas para el cuidado de la vid; por otro lado, la vinicultura es la elaboración y crianza del vino.